¿QUÉ ESCUELAS DE GEOGRAFÍAS PARA EDUCAR EN CIUDADANÍA?
Los cambios sociales y
tecnológicos que se han producido en el inicio del tercer milenio han obligado
a replantearse las metas educativas. La geografía escolar, institucionalizada
en el siglo XIX y XX, no es útil para responder a los nuevos retos ciudadanos.
Sin embargo, las rutinas escolares y la opinión pública resisten a las
innovaciones académicas; por eso es preciso cambiar la mentalidad tradicional
desde el análisis riguroso de la selección de los contenidos didácticos. Para
esta tarea los proyectos curriculares son un instrumento relevante.
Mi punto de vista quiere subrayar
la importancia de la educación geográfica para poder hacer frente a estos retos
que aparecen en el umbral del siglo XXI. Para ello entendemos que a lo largo
del pasado histórico, en especial desde su institucionalización, la geografía
ha servido a la cultura hegemónica en la formación de personas que entendían el
territorio como patrimonio colectivo, lo que daba lugar a un sentimiento de
identidad patrio, o bien como un conjunto de recursos diversos que eran
susceptibles de explotación por la actividad humana. Si queremos que la
geografía escolar contribuya a la educación ciudadana es necesario plantearnos
si es preciso cambiar la “mirada disciplinar” y buscar desde la diversidad de
escuelas y tendencias un diálogo interdisciplinar que asegure la formación
básica de las personas, lo que les permitirá alcanzar la condición de
ciudadanos.
Cuando destacamos la aportación de
la geografía a la formación ciudadana no nos referimos sólo a sus aspectos
pragmáticos: localizar un lugar adecuado de vacaciones, guiarnos con un mapa en
una ciudad o entender un plano donde aparecen los usos del suelo urbano.
También queremos hacer hincapié en la capacidad de esta materia para plantear
cuestiones relativas a la manera de organizar el espacio los diferentes agentes
sociales: barrios marginales (guetos) o espacios comerciales que implican el
uso del transporte privado.
Distintas maneras de entender cómo
las disciplinas científicas inciden en la formación de una cultura que se
transmite a través de la institución escolar. El análisis particular de la
enseñanza de la geografía entiendo que puede servir en la formación del
profesorado, pues muestra diversas evidencias sobre cómo se ha tratado de
formar un opinión hegemónica sobre lo que se considera, y no, como geografía
escolar.
1.-El mito de la geografía “en singular”: de la dialéctica de los
paradigmas a la pluralidad de enfoques.
Cuando se debate acerca de la
organización del currículo escolar se suele identificar cada materia escolar
con una sola manera de entender este conocimiento. En el caso de la geografía
se alude al papel de esta materia en la enseñanza o de su relación con la
historia y otras ciencias sociales. Todo un discurso que reduce su aportación a
una concepción decimonónica del saber académico.
Así la geografía y la historia
eran las encargadas de dar cuenta del sentido patrio del devenir histórico y
del territorio organizado políticamente4 ; una formación destinada a las elites
sociales, pues ellas eran las destinatarias de estas informaciones que se
desarrollaban en Primaria Superior y Secundaria. Más tarde fue necesario
compendiar estos hechos en unos manuales destinados a una población más
numerosa. Desde entonces, finales del siglo XIX e inicio del XX, los equívocos
entre pasado e historia, entre espacio y territorio o entre cronología y tiempo
no han hecho más que aumentar.
Sin embargo, esta imagen obsoleta
de la geografía escolar sigue existiendo en las aulas escolares y muchos
profesores buscan en el propio contenido académico falsas respuestas a
preguntas mal planteadas. Siguen buscando una respuesta única a la pregunta:
¿qué es la geografía? ¿Cómo debemos enseñar los contenidos de la geografía?
Desconocen que la explicación de una geografía en singular ha desaparecido,
pues esta visión corresponde con una concepción regional de la geografía, hoy ampliamente
superada.
La crisis de la educación
geográfica y de su pérdida de identidad surge en la segunda mitad del siglo XX
asociada en gran medida a su imagen de síntesis de conocimientos sobre un
territorio, que además solía coincidir con un Estado nación.
En el campo de la
educación obligatoria la geografía debía consolidar su posición en el conjunto
de las ciencias sociales, lo que le daba lugar a que abandonara sus
preocupaciones ambientales. Una posición que fue duramente criticada por los
geógrafos que reivindicaban el predominio de la síntesis regional como esencia
del saber específico. Frente a esta posición dominante otras personas defendían
(defendimos) la posibilidad de organizar actividades de aprendizaje en relación
con problemas sociales y ambientales que eran objeto de preocupación para un
gran número de personas. Ello implicaba estudiar los cambios epistemológicos en
la geografía y analizar con cuidado las preocupaciones sociales y las
capacidades de aprendizaje del alumnado. Todo ello nos conducía a un camino
lleno de incertezas, pero también pleno de ilusiones por investigar e innovar.
En resumen podemos afirmar que no
sólo existe una pluralidad de enfoques en el análisis del objeto de la
geografía, sino también en sus objetivos y formas de abordar los problemas con
su enorme variedad de enfoques metodológicos y técnicas específicas. Tal parece
suceder que las opciones de un diálogo interdisciplinario, demandados desde
prestigiosas figuras como el sociólogo
E. Morin o el geógrafo M. Santos, hayan
dado lugar a una consolidación de un pensamiento complejo, donde no siempre es
fácil diferenciar la complejidad del eclecticismo superficial. Bueno sería que
las investigaciones realizadas formalizaran sus enfoques teóricos, al menos
siguiendo la estela marcada por proyectos como el de Horacio Capel en su
investigación académica. Queremos destacar esta idea, pues entendemos que los
proyectos de investigación son una manera de entender la ciencia que nos
servirá para definir los proyectos curriculares en el ámbito de la educación
geográfica.
2.- Los modelos educativos y las teorías geográficas: De las
teorías paradigmáticas de aprendizaje a la diversidad social.
En relación con la educación que
se persigue a través de la geografía como materia de formación también
entendemos que existen diversas maneras de organizar los modelos curriculares;
o sea, cómo y qué se enseña. En España es predominante una concepción que
entiende que el profesorado y los manuales escolares son los depositarios del
saber y los alumnos sus receptores pasivos. También es cierto que se han
abierto nuevos enfoques a la innovación didáctica, que han considerado la
evolución de los paradigmas y las necesidades sociales. Sin embargo, el camino
de las mejoras pedagógicas es mucho más complejo, pues no sólo concierne al
cambio de métodos y objetivos de investigación, sino también a la capacidad
para convencer a otros colegas para romper con la hegemonía cultural de los
temarios y libros de texto.
Los estudios que conocemos sobre
la historia de la educación en España ponen de manifiesto el papel minoritario
de estas innovaciones, en gran medida como consecuencia de las estrechas
relaciones que se establecieron entre el poder político y religioso, que
trataron de controlar el razonamiento científico y los comportamientos morales,
que son cuestionados por las propuestas educativas más progresistas. Las
investigaciones realizadas desde la historia de la educación (así las de
Escolano, Viñao, Mayordomo o Fernández Soria) nos presentan ejemplos empíricos
de estos conflictos entre el control moral y cultural que se pretende ejercer
desde el poder y la búsqueda de alternativas liberales desde grupos de
profesores y políticos (Institución Libre de Enseñanza, Instituto Obrero,
Escuela Moderna, Movimientos de Renovación Pedagógica). En el caso de la
educación geográfica también existió un compromiso social por parte de algunas
figuras prestigiosas, como fue el caso de Rafael Torres Campos16 defendiendo la
formación de las mujeres maestras, en un momento en que el trabajo femenino
estaba minusvalorado. De este modo volvemos a subrayar la importancia que
tienen los compromisos sociales en educación con la selección de contenidos y
propuestas didácticas.
Las investigaciones e innovaciones
en didáctica de la geografía se han preocupado por el papel de las escuelas o
tendencias dentro del campo disciplinar. En más de una ocasión se ha definido
esta cuestión como una relación directa entre los denominados paradigmas en
geografía y su aplicación didáctica en el mundo escolar. Sobre este particular
quiero hacer dos precisiones iniciales. Por una parte, existen abundantes dudas
respecto a la aplicación del modelo de T. Kuhn; parece más conveniente entender
las concepciones epistemológicas de la geografía desde la filosofía de la
ciencia y las prácticas profesionales. En segundo lugar, entiendo que es mejor
utilizar los conceptos y técnicas de las escuelas de geografía para establecer
el diálogo entre las preguntas relevantes y las fuentes de las cuales abastecerse;
o sea que un profesor debe conocer la pluralidad de escuelas, pero el problema
básico es saber cómo éstas responden a las cuestiones relativas a la
organización del curriculum.
El cuadro 1 nos ofrece una
perspectiva de las aportaciones que pueden realizar las distintas geografías a
la elaboración de un modelo escolar.
No se trata de elaborar una
taxonomía que ilustre las diferentes escuelas universitarias y tratar de
averiguar las aportaciones de cada una de ellas. Tan sólo queremos mostrar que
existe una pluralidad de explicaciones geográficas que impugnan la pretendida
respuesta singular acerca de ¿qué es la geografía? Pues además de estas
tendencias podríamos hacer referencia al caso de la geografía regional, en la
que aparece una “nueva geografía regional” que ha incorporado teorías y
estrategias del cuantitativismo; igualmente en la geografía de la percepción
podemos hablar de la orientación más conductista y otra más fenomenológica; o
bien en la geografía radical podemos considerar diferentes enfoques: uno más
anarquista (Peet), otro más radical-popular (las citadas expediciones
geográficas de Bunge) y otro desde los análisis marxistas de D. Harvey en
relación con el imperialismo o la justicia social en las ciudades. En fin, que
las escuelas y tendencias se podrían multiplicar si además hacemos referencia a
las características específicas de cada territorio y objeto de investigación. Y
todas ellas cuentan con la legitimidad de los datos empíricos que avalan la
relevancia de sus hipótesis.
El modelo de profesor investigador
se completa en el estudio de las repercusiones del aprendizaje escolar en la
creación del espacio público educativo que condiciona las estrategias escolares
y, al mismo tiempo, es elaborado por el conjunto de agentes que intervienen en
la denominada comunidad escolar; un espacio que surge de las motivaciones de
las personas que conforman la comunidad escolar y no desde el poder político de
rango superior. Una investigación sobre el proceso de aprendizaje del alumnado
que aúna la innovación en el aula con la misma formación permanente de los
docentes.
En este sentido el papel de la
geografía educativa es muy importante. En primer lugar para diagnosticar las
relaciones sociales que aparecen en el barrio o pueblo donde se produce el
reclutamiento del alumnado. No es posible desarrollar las mismas estrategias
didácticas en un lugar donde las familias no tienen estudios que en otro donde
el capital cultural familiar es universitario. Los informes internacionales
(p.e. PISA) han puesto de relieve que estas diferencias son esenciales para
explicar las desigualdades en los resultados de las evaluaciones realizadas.
Pero no por ello se debe renunciar a la calidad escolar, para lo cual es
imprescindible definirla.
La praxis escolar la podemos
definir como la adopción de una serie de medidas conducentes para confeccionar
un conjunto de actividades didácticas. Dicha actuación está guiada por nuestros
conceptos del saber escolar. Hemos pretendido reflejar en líneas precedentes
cómo puede influir en esta toma de decisiones el hecho de tener un conocimiento
riguroso sobre la pluralidad de perspectivas de análisis geográfico; o sea un
proyecto curricular. Un saber que implica una impugnación de la singularidad y
pretendida especificidad de la disciplina escolar que llamamos geografía. En el
cuadro 2 tratamos de sistematizar las consecuencias que se derivan de esta
posición.
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